El milagro de amar como a un hijo a un niño que no viene de tu vientre sino de tu corazón
Ser madrina es amar incondicionalmente a un ser generado dentro de tu corazón.
Es recibir la confianza de una madre para cuidar de su hijo como si fuera el propio.
Es ser tan especial como para recibir ese regalo, y saber corresponder, porque los ahijados crecen, las madrinas envejecen, pero el amor permanece.
Ser madrina es estar siempre presente.
Es ser madre antes de tener hijos, o aumentar la familia.
Es tener a alguien para cuidar.
Es ayudar a que esa persona conozca el amor, conozca a Dios.
Es tener la certeza de que él/ella, más adelante, va a mirar atrás y decir: “mi madrina estaba presente en todos los momentos importantes de mi vida”.
Tú viniste para alegrar más mis días, tu vida da más sentido a la mía.
A tu ladro aprendo la dulzura de ser niño de nuevo.
¡De todas las cosas que ya me pasaron en la vida, nada me llena más de orgullo que ser tu madrina!
Aleteia
(Autor desconocido)