CAMPAMENTO ÚBEDA

SIEMPRE UNIDOS EN LA MEMORIA Y LA ESPERANZA

Los Jóvenes de Acción Católica me piden una breve colaboración para su revista conmemorativa del cincuenta aniversario del campamento de “La Barrosa”. Agradezco la invitación y les propongo una pequeña reflexión sobre su aportación a la ciudad de Úbeda, que bien puede encabezarse con las palabras de uno de nuestros poetas más humanos: “Estoy triste de hoy, pero contento para mañana”.

            Y es que hoy he visto en el cartel de una carrera popular la fotografía en que Antonio Gutiérrez, Manolo Molina y Antonio Cruz aparecen sentados, seguramente descansando de sus fatigas juveniles, en una bella puesta de sol, mirando hacia el mar de la muerte. Sin embargo, desde el recuerdo, en mi espíritu todo es presencia de estos tres hombres que, como dice San Juan de la Cruz, “caminan a porción angelical”.

            Esta hermosa foto los une de nuevo en la memoria, y nos lleva hasta la década de los sesenta, cuando muchos jóvenes ubetenses veíamos el mar por primera vez en Málaga, Valencia o Cádiz, gracias a los campamentos. Y allí lo pasábamos estupendamente: convivíamos, compartíamos, dialogábamos, jugábamos al fútbol y al pimpón hasta que no podíamos más.

            Después, en los años noventa, volví a visitar el campamento para ver a mis hijos y vi su paisaje de pinos muy cambiado, pero seguían los nombres de Úbeda, “El Viejo”, Manolo y Antonio. La Juventud de Acción Católica y su campamento, con su formación humanista, cristiana y democrática, que para nosotros representó siempre la feliz alternativa a la Organización Juvenil Española.

            Porque Acción Católica fue también una escuela para la democracia; si la educación es la formación total, no simplemente intelectual o profesional, sino al mismo tiempo, moral, estética, histórica y política. En este sentido hacíamos elecciones a presidente, un poco al estilo americano, con la publicación de revistas, panfletos y periódicos murales, adelantando así las futuras libertades.

            Quizás por eso, el centro de Acción Católica cumplió también la función de lugar de encuentro en la época de transición a la democracia, con sus reuniones clandestinas. Y aunque esos momentos trepidantes ya pasaron, todavía me queda la esperanza de ver un nuevo grupo de jóvenes que reclaman su necesaria participación en la Iglesia, si no quiere convertirse en un asilo de los ancianos de espíritu.

RAFAEL BELLÓN ZURITA

Cronista Oficial de Úbeda