DATOS: Manolo Molina

DATOS PARA UNA BIOGRAFÍA

DE MANOLO MOLINA

Manuel Molina Delgado nació en Úbeda el 31 de diciembre de 1938, en el seno de una familia trabajadora y profundamente católica, lo que imprimiría fuertemente su carácter. En realidad su condición de hombre serio, monótono, de pautas fijas y estampa quijotesca, hace que su vida presente pocos vaivenes, ningún altibajo y alguna esperanza.

Con quince o dieciséis años abandona la escuela y entra a trabajar en los Almacenes “El Métrico”, donde permanecería como empleado de referencia hasta su jubilación. Seguramente la necesidad familiar de contar con ingresos extraordinarios lo obligó a trabajar y lo apartó de lo que pudiera haber sido una de sus vocaciones: el estudiar Magisterio. De su otra vocación, permanente, la del sacerdocio, lo apartarían la cerrazón de algún que otro obispo de Jaén y su dedicación a la Juventud de Acción Católica, aunque según Víctor Expósito, D. Ramón del Hoyo habría accedido a su deseo cuando lo visitó ya enfermo y sólo su muerte impidió que fuese finalmente ordenado sacerdote.

Hemos señalado que su vida profesional transcurre en El Métrico. Su vida vocacional transcurre entre su despacho –siempre limpio, pulcro, siempre con un paquete de cigarrillos en el cajón, siempre con unas flores para su réplica de la Inmaculada de Alonso Cano– de Acción Católica y el Campamento de La Barrosa. Porque Acción Católica será el centro sobre el que gravita la vida de Manolo Molina.

Ingresa en los Jóvenes de Acción Católica el 12 de octubre de 1955. Pronto pasaría a ser uno de sus miembros más activos. Y así, el 12 de octubre de 1958 pasa a formar parte de la Junta Directiva de Acción Católica como Tesorero. A esta condición sumaría en octubre de 1960 la de Vicepresidente y en enero de 1961, tras la dimisión por cuestiones de estudios del Presidente Antonio Escalzo, Manolo Molina ocupa interinamente la Presidencia, hasta que en la renovación de la Directiva del día del Pilar de 1961 asume oficialmente el cargo de Presidente, manteniendo el de Tesorero y asumiendo también –es de suponer que por expresa petición suya, pues ahí colmaba su verdadera vocación como cristiano y como el docente que no pudo ser– la recién creada Vocalía de Catequesis. 1961 se convierte, de esta manera, en un año fundamental para explicar la relación de Manolo Molina con la JAC de Úbeda… y con su Campamento, pues ese año, por primera vez, Manolo acude al Campamento, el primero en realidad que organiza en solitario la Juventud de Acción Católica de Úbeda tras la experiencia burgalesa de El Viejo de los dos años anteriores. Desde aquel campamento en un colegio de Málaga hasta el del verano de 2007 en La Barrosa, Manolo Molina no faltaría ya ningún año.

En la renovación de cargos directivos de octubre de 1963 Manolo Molina pasaría a ser, nuevamente, Vicepresidente, ocupando la Presidencia, hasta octubre de 1966, Paco Bordés. Sigue manteniendo, eso sí, el cargo de Tesorero y aunque las actas no lo reflejan suponemos que fue una constante ya desde 1961 el que todo el aspecto formativo de la JAC de Úbeda dependiese de él. A partir del 12 de octubre de 1966 Manolo pasa, nuevamente, a ocupar la Presidencia de la JAC, que mantendría –si quiera oficiosamente por falta de voluntad episcopal de librar los oportunos nombramientos– hasta el día de su muerte.

Y una vez llegados a este punto la vida de Manolo Molina es sorprendente por su pasmosa continuidad: trabajo diario en El Métrico, misa en los frailes cada tarde, despacho de Acción Católica y reuniones con sus grupos de jóvenes. En realidad, esta supuesta monotonía esconde un trabajo personal muy importante a lo largo de los años 70 y comienzos de los 80 por ayudar al resurgir de la Acción Católica en el conjunto de España. No en vano el centro de Úbeda era uno de los pocos que había sobrevivido a la crisis y, gracias a su Campamento, uno de los más pujantes, pese a la permanente sensación de crisis que los documentos históricos reflejan. Durante esos años el intercambio de correspondencia entre Manolo y los dirigentes nacionales de la A.C. es constante, decreciendo, cierto es, a medida que pasan los años. Las sugerencias que vienen de Úbeda, el ejemplo y la constancia en permanecer fieles a un ideal cristiano que sabe adaptarse a las nuevas circunstancias, la reflexión sobre la necesidad de que la JAC se adecue a los nuevos tiempos, son méritos de la continúa reflexión de Manolo Molin

Tras la muerte de El Viejo, el 10 de abril de 2000, y de acuerdo con la voluntad expresada por éste en su testamento, pasa a ser Presidente vitalicio de la Fundación “Antonio Gutiérrez Medina”. A estas alturas de su vida Manolo Molina ya era una especie de “referente moral” en la ciudad: baste el ejemplo de que formó parte de la escogida nómina de ubetenses que el 15 de abril de 2002 recibieron al Príncipe de Asturias en el Archivo Histórico durante su visita a la ciudad.

Un buen amigo se ha preguntado alguna vez si en realidad hemos sabido valorar la verdadera dimensión de la tarea realizada por Manolo Molina o por Antonio Gutiérrez, un dependiente de comercio y un vendedor de la Plaza de Abastos, capaces de convertirse en hombres que tienen que estar presentes en los momentos más importantes de la ciudad.

MANUEL MADRID DELGADO